Ya era el medio día y cogimos un taxi para dirigirnos a Naqsh-e Rostam que se ubica a 12 kilómetros de Persépolis. Naqsh-e Rostam es una necrópolis que contiene una serie de relieves tallados en roca, en el acantilado y son tanto de la época aqueménida como de la sasánida.

Naqsh-e Rostam es una pared rocosa que tiene talladas cuatro tumbas reales aqueménidas rupestres, cruciformes y con bajorrelieves. Aunque no existe ninguna inscripción que permita identificarlas con certeza, según las inscripciones que presenta, una de ellas, sería la tumba de Darío I y las otras tres, a ambos lados de la de Darío I, serían las de Jerjes I, Artajerjes I y Darío II.

En la montaña de detrás de Persépolis hay otras dos tumbas que pertenecen a Artajerjes II y Artajerjes III, además de una tumba inacabada que podría ser la de Arsés, o más seguramente de Darío III, el último rey de la dinastía aqueménida, que fue derrocado por Alejandro Magno.

En el mismo taxi nos dirigimos a Persépolis que, literalmente y como su proprio nombre indica es la Ciudad Persa ubicada a 70 kilómetros de Shiraz. Se edificó en el año 521 a.c por orden de Darío I.

Visitamos detenidamente esta joya arqueológica y Forough nos proporcionó muy buenas explicaciones a cerca de la historia de este lugar que es patrimonio de la humanidad desde el año 1979.

El gobierno iraní continua la ininterrumpida labor de conservación y estudio de la Ciudad Persa, Persépolis.

Después de esta visita volvimos a Shiraz, que sería nuestra última noche con Forough. Al día siguiente volaríamos a Teherán en un vuelo interno. La compra del vuelo la gestionamos directamente a través de Oriente Viajes mientras gestionábamos el proceso del visado. Pagamos un precio de 75 EUR por persona y volvamos a través de la compañía Mahan Air durante 1 hora y media recorriendo una distancia de casi 700 kilómetros si consideramos una línea recta.